Italia ha sido devastada por fenómenos meteorológicos extremos con enormes cantidades de lluvia en el norte de Italia, donde los agricultores no pudieron entrar a los campos para un manejo agronómico normal hasta junio y en el sur, un final de otoño representó lo que debería haber sido el «invierno». Además, una sequía extrema ha afectado a Sicilia, con un grave proceso de desertificación, pero también a Calabria y Apulia, según informa la revista especializada I’OlivoNews.
Este año Calabria pagará el «precio» de las importantes producciones del año anterior. De hecho, las zonas de producción más importantes se concentran entre la provincia de Vibo Valentia y Reggio Calabria (especialmente en la llanura de Gioia Tauro). La llanura de Sibari se caracteriza por una producción casi fragmentada, al igual que la provincia de Catanzaro. Desafortunadamente, la provincia de Crotone es la más afectada por la alternancia, probablemente porque el año pasado se caracterizó por un largo período seco durante los meses de julio a septiembre.
Desde Sicilia llegan noticias no muy reconfortantes. El ingeniero agrónomo Ercole Aloe nos habla de una situación dramática, se estima una pérdida de alrededor del 60% respecto al año pasado. Todo atribuible a los vientos cálidos que secaron el estigma durante el período de floración, provocando flores caídas y un bajo porcentaje de polinización.
Las buenas noticias vienen, en cambio, del lado de la calidad, precisamente porque las altas temperaturas han contenido los ataques de la temida mosca y, por tanto, las previsiones son muy interesantes.
En el frente de Apulia, la situación no es mejor, según el agrónomo Michele Saracino, quien nos dice que será un año con malos productos debido claramente a la «despoblación» de los olivares debido a Co.Di.RO. (rápido secado del olivo), sino también a una importante sequía que caracterizó a los olivares ya en el período de floración. Según Saracino, quienes intervinieron con aportes de riego lograron asegurar una producción digna.
El olivo es una de las especies más afectadas por el cambio climático. Aunque se trata de una especie resistente a las zonas áridas, gracias a adaptaciones fisiológicas, corre grave riesgo de poder asegurar una correcta producción en los próximos años.